tensiones y atenciones
Observo que actualmente la gente se preocupa mucho de la tensión arterial, pero hay otras muchas tensiones más peligrosas, porque cuando aumentan desproporcionadamente, no se funciona como se debe, producen fricciones, desavenencias y toda clase de líos.
Estas tensiones, que abundan en nuestra vida cotidiana, se producen por falta de diálogo, por falta de transparencia.
Una tensión es lo contrario de una atención. La tensión, crispa; y la atención, relaja.
Si tuviéramos más presente aquel lema de “ser fieles al evangelio, abiertos a las realidades y atentos a las personas”, tendríamos más atenciones y menos tensiones.
Con una visión evangélica se disipan las nubes. El “como a ti mismo” del evangelio, sirve para destensar las tensiones que se produzcan.
Pensar en el prójimo, tratar a los demás como quisiéramos ser tratados nosotros... eso destensa, porque todas las tensiones son producidas por el orgullo, el egoísmo o la ambición.
Orgullo, egoísmo y ambición son tres clases de ortigas que crecen en el interior de uno, y si uno no tiene una red de contención para esto, lo desbordan.
Este muro de contención es el criterio. Contener a las ortigas no se arregla con normas, sino con el criterio, que tiene una parte de intuición, otra de buena voluntad y otra de paz interior.
Uno que no se enfada nunca, cuando se enfada nunca tiene razón, pues cuando se acumula tensión basta una pluma para desbordar el saco.
La paciencia puede eliminar tensiones, pero las acumula muchas veces y, si no se eliminan, se reproducen y, a veces, estallan.
Hay tensiones que son continuas y otras que son coyunturales.
Somos como el teclado de un piano de cola: si nos levantáramos la tapa veríamos todas nuestras cuerdas; la vida tiene todas estas tensiones, pero no todas se tocan a la vez. Se tocan de vez en cuando, cuando falta claridad o transparencia, pero a veces uno no se da cuenta de todo lo que se está tensando.
Las tensiones invisibles suelen ser a veces tonterías, duras terquedades, como el amor propio de los que se necesitan pero no se perdonan.
Cuando hay comprensión y una buena comunicación, como la que existe entre amigos, estas cosas no suceden.
Los roles fijos también son orígenes de tensiones, son un fenómeno muy corriente donde no hay flexibilidad, pero cuando hay amor todo esto se supera y se elimina.
El silencio es a veces mucho más expresivo que la palabra. Un silencio oportuno puede destensar, y otro, premeditado, puede ser como una puñalada.
El mal humor siempre suele ser producto de un mal amor.
Las atenciones, en cambio, demuestran la vitalidad de cada persona, su criterio, su ánimo. Son un síntoma del amor.
Las tensiones son consustanciales al Hombre, porque donde no hay tensiones es en el cementerio.
El Hombre es un ser social, que se relaciona, y a veces hay relaciones tensas y otras que destensan.
Donde hay tensión hay vida, hay vitalidad. Esta vitalidad debe orientarse hacia el criterio para tener claridad en el obrar en cada momento.
Hay tensiones en la pareja, entre padres e hijos, entre hermanos, entre el maestro y los alumnos, entre los vecinos, entre el jefe y los trabajadores, hasta entre los amigos. Pero no siempre todas las tensiones se tensan en una misma coyuntura; por eso es importante tener un orden de prioridad para atenderlas y destensarlas.
Cuando la comunicación con los demás es fluida, no hay nada que la obstruya, uno vive en paz consigo mismo y con los demás, lo que redunda en su felicidad.
Ser feliz y sentirse feliz; puede uno ser muy rico y no darse cuenta o ser muy tonto y no darse cuenta. Ser y sentirse es distinto.
El humor es una dimensión de la ternura. Reírse de uno mismo es una buena manera de empezar el día, de destensarse y de iniciar el camino hacia la felicidad.
El mal humor siempre suele ser producto de un mal amor.
Paso a paso por los senderos de Dios
EDUARDO BONNÍN AGUILÓ
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