¡Que la paz y el amor de Nuestro Señor estén siempre con ustedes!
I. Eventos e información actual
Al fin del mes de abril, del 25 al 27, por la gentil invitación del Secretariado Diocesano de Monterrey, México, Juan Ruiz tuvo la oportunidad de participar en un Curso de Rectores y Rectorables. Y en el mes de mayo, del 15 al 17, también fue cordialmente invitado por el Consejo Pontificio para los Laicos (PCL) a participar en el Seminario para Obispos sobre los Movimientos.
“La experiencia en la Diócesis de Monterrey fue bellísima porque me impresionó y aprendí mucho de la calidad de dirigentes que el Movimiento de Cursillos tiene en esa ciudad. Así como también de la buena formación, tanto técnica como espiritual, que los dirigentes están recibiendo. Con la gran capacidad de asombro que tienen sus dirigentes, se crea una apertura que facilita enormemente que sigan aprendiendo y creciendo constantemente. Otra cosa que también me impresionó fue la preparación, humildad y espíritu de servicio de todos los presentadores y organizadores del evento. No cabe duda que cuando existe esa capacidad de asombro, la persona no puede más que admirar con cada mirada”.
“El Seminario de los Obispos sobre los Movimientos en Roma fue otro “Momentazo cerca de Cristo” porque tuve la oportunidad de un contacto personal con más de cien Obispos y Cardenales de los cinco continentes y con un ramillete de unos veinte laicos de diferentes Movimientos Eclesiales y Nuevas comunidades. Al compartir con todos en un ambiente de amistad durante las conferencias, grupos de trabajo, comidas y ratos libres, todos expresaron claramente su gran satisfacción con el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Comentaban que “Los Cursillos son uno de los movimientos que trabajan mas apegados a los obispos”. Inclusive, los Obispos de países donde no había cursillos (y hasta donde ya había Cursillos) me comentaron que les gustaría que les visitara. Tengo una visita pendiente para Puerto Rico, Cuba, Ecuador, Chile, Perú, España, India, Sri Lanka, entre otras. En un ambiente totalmente de hermandad, pudimos darnos cuenta claramente cómo el Espíritu Santo esta respondiendo a los signos de los tiempos a través de la creación de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades. Se confirmó claramente y se mencionó varias veces lo que el siervo de Cristo Juan Pablo II nos dijo en el Primer Encuentro Mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas comunidades en el año 1998, “los movimientos Eclesiales y Nuevas comunidades son la nueva primavera de la iglesia”. Así como también como nuestro Santo Papa Benedicto XVI ha venido promoviendo todos los Carismas de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades desde cuando era Cardenal Ratzinger.
Los pocos representantes de los diferentes movimientos que estábamos presentes pudimos sentir el calor, cariño y aceptación de todos los Obispos y Cardenales presentes. El Seminario fue tan fructuoso que Su Eminencia Cardenal Theodore E. McCarrick, Arzobispo emérito de Washington, recomendó que “estos Seminarios se organizaran con la Conferencia Episcopal de cada país para que más Obispos y Cardenales puedan asistir”.
Un desafío que varios de los Obispos expresaron fue el poder transmitir esa visión al clero de sus diócesis. Por consiguiente, necesitamos orar mucho para que su entusiasmo y visión puedan ser transmitidos a todos sus sacerdotes y podamos complementarnos en la evangelización de cada una de nuestras diócesis, respetando la vocación de cada persona dentro de su singularidad, originalidad y su creatividad. Así como también la Mentalidad, la Esencia y la Finalidad de cada uno de los carismas.
Y como si todo esto fuera poco, la experiencia culminó en la audiencia con el Santo Padre Benedicto XVI en la sala Clementina del Vaticano. Con el mismo amor y firmeza de siempre, entre otras cosas, dijo a los Obispos y Cardenales “os pido que salgáis al encuentro de los movimientos con mucho amor”
Siento no poder exponerles en este boletín, ni siquiera en síntesis, todas las presentaciones de lo que pasó y de los frutos de cada una de ellas, que realmente fueron respuestas del Espíritu Santo. Por consiguiente, los invitamos a que visiten la Pagina Web del Consejo Pontificio para los Laicos (PCL) http://www.laici.org/ donde podrán encontrar el texto de cada una de las presentaciones para que se puedan estudiar en sus escuelas de dirigentes y seamos conscientes del gran valor y responsabilidad que tenemos como administradores de cada uno de esos carismas”.
II. Estudio del Carisma: Parte II
CARISMA
La lluvia que cae del cielo, única e indivisa, hace germinar las más diversas y variopintas especies de flores y árboles.
El Espíritu Santo es único, pero “los dones son variados, las funciones son variadas y las actividades son variados” (1Cor 12,4-6), y confiere a cada uno la gracia según quiere. (1Cor 12,11).
I.- Origen
El origen de la palabra “CARISMA” se encuentra en el vocablo griego χάρισµα (járisma), el cual, a su vez, deriva del verbo χaρíσoµαi (jarísomai), que significa mostrarse “amable y generoso”, “regalar algo”.
El sufijo µα (ma), indica el producto de la acción.
Así pues, χάρισµα (járisma) significa “don generoso” “regalo”.
Un papiro antiguo utiliza este término para designar los regalos ofrecidos a los marineros.
Existe un parentesco entre el vocablo χάρισµα (járisma) y el nombre griego χάρισ, (járis) que significa “gracia”. Este parentesco no se da en los dos vocablos equivalentes del castellano “carisma” y “gracia”
Concepto civil:
- Los diccionarios suelen definir la palabra carisma como la especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.
Se aplica, por extensión, a algunas personas, como políticos, religiosos, actores, etc., que atraen vivamente a las muchedumbres.
- Algunos sociólogos quieren indicar con la palabra carisma la capacidad de ejercer autoridad en base a la creencia de los seguidores en las capacidades ejemplares de una persona.
- También se utiliza usualmente la palabra carisma para describir una habilidad para influir o atraer a otras personas. Se refiere especialmente a la cualidad de ciertas personas de motivar con facilidad la atención y la admiración de otros gracias a una cualidad "magnética" de personalidad o de apariencia.
Concepto espiritual
La iglesia en la palabra “carisma” mantiene el significado griego de “gracia” o “don”, agregando “de Dios”, el añadido paulino que expresa el origen divino por el que se otorga el carisma a todo bautizado para el bien común.
O sea, como el resultado de haber recibido el χάρισ, (járis), una gracia, y de haberla recibido del Espíritu. En definitiva un carisma es un don de Dios.
II.- Los Carismas en la Iglesia
Hay dos elementos que contribuyen a definir lo que es el carisma:
Primero, el carisma es el don otorgado “para el bien de todos”, (1Cor. 12, 7), o sea que está al “servicio de los demás” (1Pe 4,10)
Segundo, el carisma es el don otorgado “a uno” o “a algunos” en particular, no a todos del mismo modo.
Siempre hubo carismas en la Iglesia.
Los Carismas no solo surgieron en la Iglesia primitiva. Cada época de la historia, cada lugar del universo, cada circunstancia por las que atraviesa la Iglesia, requieren la manifestación del Espíritu y Él distribuye sus dones, funciones, actividades y ministerios de acuerdo a las necesidades concretas de cada momento.
Al vocablo “carisma” se le da un origen paulino, pero la realidad es que ya se encuentra operante en el Antiguo Testamento, en reyes, jueces, profetas y otros grandes personajes, tanto hombres como mujeres. Estos no solo recibieron de Dios una misión sino también la efusión del Espíritu Santo para ejercerla más allá de las fuerzas meramente naturales.
No obstante, fue Pablo quien fijó el término carisma y lo utilizó con cierta profusión: 16 veces.
También es citado por San Pedro, aunque en una sola ocasión. (1Pe 4,10)
1.- Definición
Pablo utiliza la palabra carisma para varias acepciones: considera como carisma el don espiritual concedido por Dios a quienes ha tocado en suerte la vocación cristiana. (1Cor 1,7). Pero, como no todos la viven del mismo modo, cada cual recibe el carisma que le es propio. (1Cor 7,7).
En otros pasajes, con la palabra carisma, expresa otros significados muy distintos: edificación común, curaciones (1Cor 12, 9.28.30), escapar del peligro de muerte (2Cor 1,11), redención, (Rom, 5,15), fuerza (2Tim 1,6), irrevocable. (Rom, 11,29 G-17)
Pero siempre bajo un mismo denominador: una gracia del Espíritu Santo que habilita a quien la recibe para servir en la edificación de la comunidad (Iglesia), o sea, para el bien de todos (1 Cor 12, 7).
De ello surge la definición de carisma como un Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.
Por Carisma, pues, se puede entender, bajo el concepto teológico, un don espiritual concedido por Dios a un creyente, el cual, viviendo una experiencia religiosa de especial intensidad, es capaz de condicionar de manera extraordinaria la vida espiritual de un grupo o de una época histórica.
Este “don” se presenta como una novedad y guarda relación con la misma raíz
χάρισ, (járis) que significa “gracia”.
De aquí nace su triple característica:
don que procede de la gracia
don con carácter de utilidad pública
don al servicio del Evangelio, del que da testimonio.
Un carisma es, pues, un don espiritual que Dios da como regalo y que no depende del mérito ni de la santidad de la persona que lo recibe.
Ni tampoco es necesario un carisma para llegar a la santidad.
Los carismas son una expresión de la multiforme gracia divina.
2.- Diversidad de Carismas.
Los Carismas son innumerables, de variada importancia, según sirvan más o menos a la edificación de la Iglesia y, sobre todo, de diferente naturaleza, según la función específica que tienen que desempeñar.
Se distinguen los carismas entre ordinarios y extraordinarios, entendiendo entre éstos la globalía y las curaciones. Como carismas ordinarios se hace referencia lo ordinario a los más “sencillos y comunes”, como los llama el Concilio Vaticano II, (LG,12; Apostolicam Actuositatem.3)
Pero el Espíritu Santo infunde a uno palabra de sabiduría, a otro palabra de ciencia, a otro profecía, a otro discernimiento, a otro de servicio, a otro de apostolado, … distribuyéndolo en particular, a cada uno, como quiere. (1Cor. 12, 7-11), manifestándose, en las personas, de muchas maneras: de apóstol, de profeta, de evangelizador, de pastor, de maestro, ..
LISTAS de Carismas:
Los teólogos y escritores que han profundizado sobre los carismas han establecido distintas listas y agrupamientos de los carismas.
Más que listas se puede considerar como una serie de formas diversas de “manifestación del Espíritu” (1Cor. 12, 7) o una serie de “dotes diferentes” (Rom 12, 6) que valen para todos (1Pe 4, 10s)
En las cartas de San Pablo se encuentran cuatro listas de carismas
(1 Cor 12, 8-10 y 28-30; Rom 12, 6-8 y Ef 4, 11.)
Las listas contienen un total de 20 carismas diferentes, pero estas no pretenden ser exhaustivas. Hay muchos más carismas.
La lista más completa se encuentra en el capítulo 12 de la carta primera a los Corintios. En ella (1 Cor. 12, 8-10) aparecen 9 carismas que se pueden distribuir en tres grupos:
Carismas de la mente: Sabiduría, Ciencia, Discernimiento de Espíritus
Carismas de acción: Milagros, Sanaciones, Fe
Carismas de la lengua: Profecías, Lenguas, Interpretación
Entre todos los carismas la primacía la tiene el amor. El amor es el carisma de los carismas, el más excelente y al que se subordinan todos los demás.
“Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena. Y aunque tenga el don de profecía, y sepa todos los misterios, y toda la ciencia, y tenga fe de hasta trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy”. (1 Cor 13, 1-3) Sin la caridad carecen totalmente de utilidad los carismas más impresionantes. (1Cor. 12 y Rom 12)
3.- Finalidad
“La manifestación del Espíritu (el carisma) es concedido a cada uno con vistas a la utilidad común” (1Cor. 12,7). Esa utilidad común es la edificación de la Iglesia y se “edifica” cuando se hace algo “por vía de revelación, de ciencia, de profecía o de enseñanza” (1Cor. 14,6). Más concretamente “edifica a los demás quien les exhorta, quien les enseña las cosas de la fe, quien distribuye a otros sus propias riquezas, quien actúa con misericordia” (Rom 12, 7-8)
Pero poniendo siempre por delante la caridad. La caridad es la única realidad que no acabará.
San Pedro aporta un matiz que complementa, como consecuencia, la doctrina de Pablo: la finalidad misionera de los carismas de proclamar las maravillas del Señor
Los frutos de los carismas son realmente para la evangelización, para la manifestación del poder de Dios entre nosotros, para la conversión, para confirmar, como nos dice San Pablo, (Rom. 1,16) que el Evangelio es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree.
Una faceta importante de los carismas es su carácter orgánico. Todos deben operar en armonía, como las múltiples funciones de un cuerpo sano.
Los dos textos paulinos más explícitos sobre los carismas (1Cor. 12 y Rom 12) utilizan la comparación del cuerpo humano, con su orgánica unidad, la diversidad de funciones y la independencia de los miembros, para ilustrar cómo los carismas son también diversos en la función, e interdependientes, con la misión específica de contribuir a la unidad, solidaridad y crecimiento vigoroso de la fraternidad cristiana.
“Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos” (1Cor. 12, 14), se hace posible la unidad por medio de la complementariedad mutua.
“Y si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Hay muchos miembros, pero un solo cuerpo” (1Cor 12, 19)
La práctica del carisma, como servicio al prójimo, produce un progreso en la vida espiritual, aunque no por el carisma en sí, sino por el acto de servicio.
Pero se ha de tener claro que los carismas son sólo auxilios en la evangelización. Se otorgan para fortalecer la fe de aquellos en medio de los cuales se manifiestan estos dones extraordinarios del Espíritu de Dios.
Cuando un carisma se ejercita como un servicio a los demás se puede afirmar que dicho ejercicio es un camino de crecimiento en la fe y en el amor.
Como siempre, nos despedimos rogándole a Nuestro Señor nos mantenga unidos en su amor y amistad. Y en esta ocasión nos atrevemos a pedirles palanca por una necesidad muy grande que Juan Ruiz tiene con su familia inmediata.
De Colores,
Juan Ruiz
Presidente - OMCC
III. Una nota de nuestro Asesor Espiritual
“Los Carismas de los fieles obran abundantemente y son fructíferos solamente cuando se les alimenta con la Palabra de Dios, fielmente trasmitida en su pureza e integridad. Con estas palabras, dirigidas el 5 de octubre 1979 en Chicago, el Papa Juan Pablo II reconoció que los laicos (“los fieles”) pueden ser receptores y trasmisores de sus propios carismas, que han sido dotados por Dios.
Ocho años después, en Miami, elaboró sobre el tema de los Carismas. “Todos...somos llamados a construir el Cuerpo de Cristo (Efesios 4, 12)...este “construir” tiene dos dimensiones: una dimensión personal y una dimensión comunitaria...Cristo le da a la Iglesia una variedad de carismas con el propósito de profundizar en la comunión con su Cuerpo. Él le concede una gran diversidad de vocaciones sobre la Iglesia, no solo para el bienestar de la persona pero para el bien común”. Noten la distinción entre “carisma” y “vocación”—obviamente no son idénticos. El anterior es un don para la Iglesia, sin relación a un puesto oficial o ministerio en la Iglesia, y el último se refiere al “estado de vida” o el “camino” de vida. Siguió desarrollando sus reflexiones sobre los “carismas” el siguiente año en la exhortación apostólica basada en el Sínodo sobre los Laicos del 1987, “Christifidelis Laci” (#24): “El Espíritu los dona como respuesta a las múltiples exigencias de la historia de la Iglesia”. Los Carismas no aparecen en un vació histórico, sino en el contexto de las exigencias especificas discernidas por el Espíritu Santo quien “escrudiña todo, incluso las profundidades de Dios” (I Cor 2, 10).
Encontré dos citas del Papa Juan Pablo II que se refieren específicamente a la vida de los religiosos, pero que se puede transponer al contexto de los “fieles”. “La clave para la efectividad de cada uno de estos institutos religiosos ha sido su fidelidad al carisma original que Dios comenzó en el fundador o fundadores para el enriquecimiento de la Iglesia” (4 de Octubre 1979, Chicago). “Cada uno de sus fundadores fue un hombre que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, poseía un carisma particular. Cristo tenía en el un instrumento excepcional para su obra de salvación, que en esta manera especial es perpetuada en la historia de al familia humana. La Iglesia gradualmente asume estos carismas, evaluándolas y cuando las considera autenticas, dándole gracias al Señor por ellos y tratar de ponerlos en “un lugar seguro” en la vida de la comunidad para que siempre puedan dar fruto” (Mensaje a los Superiores Mayores, 27 de Nov., 1978). Los carismas surgieron en determinados tiempos, pero no son limitados por ellos. Más bien, esos tiempos son la pista de despegue para su funcionamiento continuo, que transciende más allá de las circunstancias del origen del carisma. Los carismas particulares fueron encarnados primero en el fundador quien sirve como imán para otros que resultan “contagiados” por el carisma.
Con mucha frecuencia, estos grupos de personas en quienes el carisma obra, crecen en unión como “movimiento” o “nueva comunidad”. El documento final de la asamblea plenaria del CELAM (Conferencia Episcopal de Latino América) en mayo 2007 se dirige hacia el papel de los Movimientos y Nuevas Comunidades. “Convendría animar a algunos movimientos y asociaciones que muestran hoy cierto cansancio o debilidad e invitarlos a renovar su carisma original, que no deja de enriquecer la diversidad con que el Espíritu se manifiesta y actúa en el pueblo cristiano” (#311).
“Para aprovechar mejor los carismas y servicios de los movimientos eclesiales en el campo de la formación de los laicos, debemos respetar sus carismas y su originalidad...los movimientos deben mantener su especificidad, pero dentro de una profunda unidad con la Iglesia particular” (#313). Como se dijo en la última carta mensual, mantenemos nuestra identidad en una continuidad dinámica y viva del “evento fundacional” que forjo esta identidad. Volvamos al hogar de nuestras raíces. “¡No hay nada como nuestro hogar!”
De Colores,
P. David Smith
Asesor Espiritual – OMCC